jueves, 25 de agosto de 2016

Recuerdos de Revel


                               
            
Se cumplieron diez años del adiós a todos de Jean Francois Revel, pensador, ensayista y periodista, autor de más de treinta libros y miembro de la Academia Francesa de Letras. Nacido en Marsella en 1924, estudió en Lyon y en 1943 ingresó en la Escuela Normal Superior (fue un normalien").
Lo conocí en España, visitó una vez nuestro país, y volvimos a vernos en las jornadas liberales de Albarracín (Teruel). Aprovechando esos encuentros, le hice diversas preguntas concretas sobre los pensadores de nuestro tiempo. Transcribo algunas de sus respuestas.
Hablando de Jean Paul Sartre, me dijo: Tenía un indiscutible talento de escritor, de novelista, por lo menos en una novela que es “La Náusea”; también en el teatro, por lo menos en una obra, que  es “A puerta cerrada”; y era un brillante ensayista, en “Situations”. En filosofía fue para mí  el último representante de una concepción perimida de la filosofía, del modo de explicar todo sin tomar en consideración la ciencia. El fracaso de estos grandes sistemas filosóficos, tipo Heidegger, explica el éxito de doctrinas como el budismo en Occidente… Este aspecto de Sartre me parece más discutible, pero su comportamiento político es un misterio”.
¿A qué misterio se refería? Esta fue su respuesta: "Porque él sabía lo que pasaba en los países comunistas. ¿Por qué este stalinismo, este anticapitalismo, este culto de la revolución, de la violencia, del terrorismo? Porque él fue a visitar a la banda Baader a la cárcel, y se sabe muy bien que la Rote Armee Fraktion era manipulada por la "stassi" de Alemania oriental. Esa era la tontería de Sartre, la mala fe, la falta de honradez intelectual de sus posiciones políticas. Él era la encarnación de la equivocación de tantos intelectuales, a excepción de Raymosn Aron".
Cuando Revel dirigía “L’Express”, Raymond Aron era el columnista principal. Comentó: “Raymond Aron fue un analista. Muchas veces él también se equivocó, aunque él decía que se equivocó en pequeñas cosas, no en las grandes cosas, como los pensadores del fascismo o del comunismo. Y como historiador de la sociología y de Max Weber, fue un gran profesor. Trabajé con él cuatro años, muy íntimamente. El era la estrella de los columnistas. Este hombre, que era un filósofo, un hombre de teorías, que escribió sobre Clausewits su libro fundamental, era también un hombre que tenía una velocidad para captar los cambios políticos, los acontecimientos de cada día, de manera sumamente periodística”.
¿Y Borges? Me contó que, junto a los escritores Angelo Rinaldi,  Héctor Bianciotti y Aron, fundaron la “Asociación francesa de amigos de Borges”, en 1977, y lo invitaron a París. Dijo: “Era un hombre universal. Uno de los grandes genios”.
Cuando me envío su libro de Memorias, en la dedicatoria me honró, llamándome: “un hermano literario”.
“Nuestro tronante filósofo”, como lo llamaba Mario Vargas Llosa en rueda de amigos a Revel, a quien citó en su discurso del Premio Nobel, sobrevive en sus libros gracias a su higiene civilizadora.