viernes, 15 de julio de 2016

Shakespeare and Company


      Camino una vez más por rue Cardinale Lemoine hacia la Place de Contrescarpe. Es, siempre, un paseo placentero por París. En el número 74 de esta calle está la primera casa que habitó Hemingway junto a su mujer (Pauline) y su pequeño hijo. La pintó en sus memorias de “París era una fiesta”.
        La primera vez que la vi, no tenía aún esta  placa que desde hace muchos años la señala. No lejos, en el 71 de esta misma calle, está el departamento (que fue de Valery Larbaud) donde James Joyce escribió su famosa novela “Ulises”.
          Sigo mi paseo. En la place de Contrescarpe, en el alargado café, en cuya terraza solía escribir el escritor Jorge Semprún, y a quien conocí en Madrid. El autor de “La segunda muerte de Ramón Mercader”, fue Ministro de Cultura de Felipe González. Era un hombre generoso y cordial.
       Y llego una vez más al 37 de la rue de la Bûcherie, a la librería “Shakespeare and Company”. Miles de libros antiguos, incontables fotografías colgadas a las paredes, mesas interiores repletas y las ofertas en las mesas de la vereda.
          Esta librería es un templo literario. La norteamericana Silvia Beach fue la fundadora y ángel tutelar, aunque en otro lugar, por cierto, hacia 1919. El mobiliario de aquella librería lo eligió en casas de antigüedades y en el mercado de las pulgas, y los libros los escogía en tiendas de libros ingleses de segunda mano de París o los traía de Estados Unidos y Londres.
             Cada socio de “Shakespeare and Company” tenía entonces un carnet y podía elegir uno o dos libros. André Gide fue uno de los primeros abonados. Luego llegaron los integrantes de la llamada (por Gertrude Stein) “generación perdida”, con Hemingway y Scott Fiztgerald a la cabeza. A James Joyce le editaron allí su novela “Ulises”, la que leyó el 7 de diciembre de 1921.
           En una nueva recorrida por esta caótica y deliciosa librería de hoy, hablo una vez más con David Delannet, su responsable. Me obsequia libro que ha editado, con la historia de la librería, ilustrado con numerosas fotografías en color de este lugar donde uno puede encontrar las obras más sorprendentes.
        Y luego, con algunos de esos libros como un tesoro bajo el brazo, seguimos andando, y qué mejor que sentarnos en la terraza de “Les Deux Magots”, en St. Germain, al que Sartre y Simone de Beavoir, así como Hemingway, concurrían habitualmente.
          Miramos los libros, bebemos una copa junto a la gente que va y viene, y pensamos que todo está igual a tantas visitas anteriores en la geografía emocional de París.